Archivo de 24 de noviembre de 2009

AGUA Y SOL

Los lunes a la noche mis compañeros del laburo juegan al fútbol. Yo no. Soy muy malo, nunca fui funcional para ningún deporte. Quizá me destaco un poco en ping pong pero no se bien porqué, supongo que porque mis primos cuando eramos chicos tenían una mesa y yo iba mucho a jugar con ellos. Sobre todo en los veranos, que no había otra cosa para hacer. Porque la pileta tampoco me gusta, el sol menos.

En realidad quizá se preguntan si soy humano, si, lo soy, pero hay cosas que no me gustan. No digo que nunca haya tomado sol, pero si lo hice fue por obligación, porque la persona con la que estaba le gustaba y no me quedó otra.

Cuando todavía no había cumplido los 10 años, mis padres me mandaban a natación, recuerdo haber estado en el grupo de los «mojarritas». Nunca llegué a ser «delfín», menos «tiburón». Era muy propenso a ahogarme, no por no saber nadar ni flotar, sino por miedo. En el agua siempre fui bastante cagón, fuera del agua también, aunque no tanto. Recuerdo cuando una vez tomé coraje y subí las escaleras del alto trampolín, el único que había, medía 4,5 mts. No se bien como fue, porque en el aire perdí el conocimiento. Hasta que mi memoria me lo permite, me acuerdo haber tapado mi nariz con mis manos para que no me entre agua en el impacto, y haber hecho el famoso «palito». Pero por lo que me contaron después, llegué a dar media vuelta y estrellar mi rostro contra el agua. Para ese entonces, después de una caída de 5 mts -sumándole un poco más por mi altura corporal- perdí el conocimiento y también el sentido del equilibrio y de la gravedad, y al girar caí de cabeza. Al despertar, estaba en un hospital, con un cuello ortopédico preventivo.

Nunca mas fui a natación. Seguramente por lo mismo es que no me gusta el agua. Y lo del sol es por acompañamiento, porque el agua y el sol van de la mano.